02 octubre 2010

Trozo de mar encharcado sin cielo


Tiempo conociéndole sin conocerle, apenas empiezo a hacerlo mi mente solo pudo pensar: ¿Por qué no se mostró antes?¿es mi otro yo?. Poco a poco las miradas se entrelazaban, los silencios a su lado eran los más cómodos que mis oídos hayan podido oír; su voz era melodía y a través de su mirada sentía que podía ver su alma.

Se quitó todas sus capas de pintura, me mostró su realidad, e igual poco a poco hice yo -tan difícil para mi que es mi pincel abandonar-. Paulatinamente fui dejando mi pincel olvidado, hasta un día que decidí botarlo... ¿Para qué pintarme cuando mi alma desnuda la podía ver? ¿Para qué hacerlo si sabía que no me lastimaría?... No tenía sentido y el también se había deshecho de sus capas, razón por la cual estábamos a mano...

No importaba inventar excusas para reír, era para compartir, para sentir, para liberar y expresar. Casi que mi psicólogo personal. Cada uno de los encuentros eran más capas de pintura caídas al piso, capas que ya no estaban.

Podía sentir que poco a poco una nueva sonrisa se pintaba en mi libro de aprendizaje llamado vida, que luego de todo aquello la rosa continuaba floreciendo a pesar de las punzantes espinas. Y en efecto, así era, pero no hay nada más maleable que la inocencia y mayor maldad que la malicia, la mentira y la intriga juntas. Una obra que se comienza a construir es más débil siempre que una que ya está construida.

Sin embargo, cada ola y cada estrella contadas no se las llevan las fotos, se las lleva el corazón y justo en este momento, luego de ver un mar tan hermoso he de decir con el corazón roto: "Qué triste que el mar se ensució de charco!!".

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